Por: David Botero Villegas
“Nuestras sociedades digitales corren hoy el riesgo de deslizarse hacia una forma de totalitarismo del software único, una suerte de ontología digital. Las aplicaciones descargables en Google Play o en Apple Store son los nuevos operadores de la subjetividad. Recuerda entonces que cuando descargas una aplicación no la instalas en tu ordenador o en tu teléfono móvil. Sino en tu aparato cognitivo.” Paul B. Preciado, Un apartamento en Urano: Crónicas del cruce.
Rd=Alg(Sftwr) es un proyecto artístico de investigación y creación que propone una serie de ficciones posibles en la red que funcionan como intervenciones artísticas y planteamientos reflexivos sobre nuestra interacción con internet y las redes sociales. Está conformado por cuatro propuestas que subvierten el uso común de algunas aplicaciones y recursos de páginas de internet. En dichas propuestas se aprovechan materiales digitales disponibles con el propósito de reorganizar los códigos de la red; también para crear un espacio de indagación e interacción mediante el cual busco desafiar el sistema de poder y de control establecido a través de algunas plataformas y aplicaciones.
Sin embargo, ante la imposibilidad real de intervenir el código y la interfaz de grandes estructuras informáticas de empresas como Google o Facebook, propongo simular estos cambios a través de nuevas proyecciones interactivas y visuales. Al modificar la interfaz o simular la transformación de su funcionalidad, se crean nuevos imaginarios y contenidos para pensar las afecciones de las redes.
En colaboración con algunos ingenieros, inicié la creación de un sistema emergente que invita a considerar el control que existe en torno al acceso de la información en la red y a la formación identitaria. Por ahora, el acceso a este sistema se hace a través de una página web que reúne las cuatro propuestas.1 A grandes rasgos, las propuestas tratan sobre problemáticas referentes a la producción masiva de imágenes, videos y comentarios como productos de lo que he denominado Homo-spam: la dirección condicionada del pensamiento a partir de los algoritmos de predicciones de Google; las lecturas u opiniones que circulan en Twitter como formas emocionales y verídicas de noticias o información; y los efectos de las redes sociales en la invención de identidades a través de la parodia de una aplicación que nos invita a estar constantemente activos online.
Antes de entrar de lleno a las mismas, explicaré en las secciones “Codcontrol” y “Fcc+Rd” algunos referentes artísticos y trabajos precedentes de mi autoría que alimentaron este proyecto. En ellas también propongo un diálogo con las reflexiones sobre los modelos sexuales f iccionales de los que habla Paul B. Preciado, elaborados a partir de recursos tecnológicos y algorítmicos.
Los apartados en los que ahondo en los asuntos conceptuales y formales de las propuestas incluyen en su título expresiones como Alg(Intrfz), Alg(FbWIT), Alg(Ggl), Alg(Pplr) y Alg(Twr). Estas hacen alusión a las funciones que usan la fórmula matemática F=(x, y), mediante la cual se programan las instrucciones, los algoritmos o las operaciones y su adecuado funcionamiento en la red.
CODCONTROL
En algunos de mis proyectos anteriores como Be (2019), el centro de la propuesta era la formación identitaria producidas por las herramientas de edición y filtros disponibles en distintas aplicaciones y en internet. Así, manipulando mi imagen a través de ciberestereotipos2 e identificaciones mediáticas virtuales me re-creaba; digitalizaba mi cuerpo y mi rostro para proyectarme como un nuevo sujeto efímero y cambiante. Al observar aquella multiplicidad de identificaciones, resultaba pertinente pensar sobre el por qué y el cómo se estaban formando estas expresiones en la red, principalmente en las interacciones del usuario y las redes sociales internet.
En versiones más actuales como Sin título o Alg (Be)= (ambas realizadas en 2020) construyo una imagen de mí mismo a partir de rasgos de algunos personajes que marcan tendencia en las redes sociales. Constantemente, observo niños y adolescentes hablando como esos personajes populares en las redes, imitando lo que ellos hacen —suelo prestar atención a lo que es común, de lo que veo a diario respecto a los deseos en torno a los que tienen fama—.
En ambos trabajos, cada fragmento corresponde a una parte de un cuerpo que ha tenido reconocimiento: la boca de Yuya, los ojos de Kardashian, el pelo de Villalobos, las piernas de JLo... Aunque el cachete es mío, soy yo adquiriendo la forma de otro. Tal vez teniendo estas facciones y con la ayuda de todos podría pertenecer a este gremio. En este proceso soy yo construyendo una identidad, pero cuando soy parte de “ellos” quiero editarme más, seguramente buscando algún plus de diferencia. Me aburre ver las mismas personas de siempre, por eso he querido renovarme y experimentar con otras ficciones aprovechando las tecnologías de simulación.
En Alg (Be)= me invento virtualmente como una persona; como un queer, como un drag queen, o un trans; pero los sistemas de edición que ofrece la Play Store no logran del todo identificarme. Tengo ojos, boca y un cuerpo, pero no he sido reconocido por el algoritmo porque este no ha identificado un rostro humano. Estoy siendo rechazado por estas plataformas. Podríamos anticipar un problema que habrá en el futuro, cuando las ficciones comiencen a ser realidad: el reconocimiento facial quedará obsoleto y, de nuevo, habrá que reinventar ciertas políticas para establecer quién es considerado persona o no. Ya no serán rostros simétricos ni estereotipados, todos quedan en el albedrío del diseño, en una producción de identidades contemporáneas que se estarán inventando en el mundo de la belleza, del consumo y de la producción de subjetividades formadas por la afección de toda esta masa mediática.
Dando continuidad a este proceso, en Rd=Alg(Sftwr) me pregunto cómo las redes y sus ideologías pueden modificar las identificaciones de sus usuarios. Es decir, cómo estas influyen en nuestra forma de pensar y de vernos o en el condicionamiento de nuestros deseos a partir de las estrategias de aprovechamiento de las páginas que navegamos constantemente en la red.
Benjamin Grosser es un artista que ha trabajado con diseño de software y experiencias tanto visuales como interactivas, aspectos que han sido tenidos en cuenta para este proyecto. Al poner en expectativa la interfaz y las formas en que se percibe el software, Grosser cuestiona las consecuencias, desequilibrios y efectos políticos, económicos y sociales que ocurren entre el usuario y la red. En proyectos como Go Rando (2017), Textbook (2016) o Facebook domesticador (2012), explora y personaliza posibles replanteamientos para el uso de las redes sociales. A través de estas experiencias, el artista revela cómo el camino prediseñado del software cambia la forma en que percibimos e interactuamos en estas redes.
Grosser también nos lleva a preguntarnos sobre los diálogos entre el usuario y la pantalla; sobre cómo nos identificamos en la red. Esto lo hace a partir de acciones e intervenciones como, por ejemplo, hacer que las reacciones de las publicaciones en Facebook como “me gusta” “me divierte” o “me enamora” aparezcan de manera aleatoria; quitar las mediciones de cuántos amigos tienes o cuántas solicitudes de amistad te llegan; eliminar todas las imágenes de la interfase para dejar solo el texto. Este artista propone una pantalla nueva que explora el “detrás” de las interfaces y de los comportamientos del usuario. Asimismo, la descarga y la instalación de aplicaciones que permiten lo anterior.
Por otra parte, el artista audiovisual Zach Blass utiliza el término contra-internet para cuestionar, por medio de sus proyectos, la hegemonía, la especulación y el control de la vida promovido desde las redes. Lo hace por medio de documentación visual e intervenciones alternativas y experimentales en la red. Este artista ha señalado cómo la inteligencia artificial (IA) —el reconocimiento facial, los sistemas biométricos, la recolección de datos personales, etc.— puede ser un sistema opresivo de vigilancia basado en la discriminación y la deshumanización.
Siguiendo los aportes de Blass, podríamos pensar en acciones o trabajos contra-red, contra media o contra-algoritmos, y a partir de estos términos, pensar en intervenir drásticamente la red, las publicaciones masivas o los algoritmos que rigen en cada programa. Pienso en el pref ijo “contra” para referirme más a una táctica de protección, y menos a su sentido “en contra de”; también como un un grado de diferencia introducido en la estructura para facilitar el diálogo.
Hay que tener en cuenta que los enfoques y las ideologías que hay detrás de cada programa comienzan a interferir colectivamente en la esfera virtual global. Sabemos que muchas de estas empresas han sido demandadas judicialmente cuando los usuarios han visto vulnerados sus derechos por el uso de sus datos. Por ello, habría que cuestionar la ética de algunas de ellas.
FCC+RD
A mi modo de ver, existe una relación entre la ficción algorítmica de la red y las ficciones de la sexualidad planteadas por Paul B. Preciado en su libro Un apartamento en Urano (2019). Preciado lo escribió en varios lugares durante sus viajes, y a partir de fragmentos escritos en diferentes papeles y libretas. El libro es una crónica hecha a partir de reflexiones, pensamientos y comentarios sobre temas que cotidianamente le influían por su “condición” de transexual, tratando de que el sistema médico y legal lo reconociera plenamente. Así, entonces, su narración incluye manifiestos, críticas y datos sobre sus cambios hormonales, legales y corporales; habla también de otros asuntos políticos y sexuales que se dan en la sociedad alrededor de esta problemática. Nos expone cómo han funcionado algunas fundaciones que apoyan a la comunidad trans, pero también todas aquellas instituciones y discursos que van en contra de la misma o buscan un aprovechamiento derivado de dicha condición.
En los capítulos “Cine y Sexualidad: La vida de Adèle” y Nymphomaniac, Preciado comenta que “lo que una imagen nos muestra no es la verdad (o falsedad) de lo representado sino el conjunto de convenciones (o críticas) visuales y políticas de la sociedad que la mira” (Preciado 2019, 98). Además, señala que al entrar a dialogar con lo no representado “se modifican estas jerarquías visuales que constituyen a alguien como sujeto político desplazando los códigos visuales que históricamente han servido para designar lo normal o lo abyecto” (Preciado 2019, 98).
Siguiendo sus palabras, las ficciones estarían ligadas a la búsqueda de la libertad, al uso del lenguaje como una tecnología de la subjetividad y como práctica performativa de producción; a los discursos de la masculinidad, feminidad, heterosexualidad y de la homosexualidad; a la construcción intencional de una ficción performativa como signo de un travestismo político, entre otros. A partir de estas estrategias, Preciado entabla relaciones e identifica acuerdos en estas ficciones de lo “no común”.
Preciado se refiere a estas ficciones como formas de desprivatización del rostro y del nombre. De hecho, podemos pensar en la desprivatización de todo lo que nos rodea: desde alguna ley hasta la creación de alguna tecnología. Parafraseando a Paul, es necesario desprivatizar el algoritmo y la interfaz para hacer de la red una multitud como agente colectivo de la revolución. Así podríamos llegar a ser sujetos capaces de —¿por qué no?— cambiar los paradigmas del algoritmo y del mundo poscontemporáneo.3
Por ello, me interesa el trato ficcional que se puede crear tanto en el humano como en los sistemas algorítmicos e identidades digitales: modificar visualmente el software, y desplazar los códigos del modelo digital representativo; “inventar otras ficciones visuales que modifiquen nuestro imaginario colectivo” (Preciado 2019, 99). En este sentido, Rd=Alg(Sftwr) es un proyecto que abre posibilidades para imaginar una apuesta revolucionaria en el mundo de internet, que busca repensar las imágenes en la red, no como verdades o falsedades, sino como códigos que sirven para preguntarnos por un modelo contra-red.
Es importante preguntarnos por estos asuntos, pues no es un secreto que las redes sociales influyen en cómo se proyecta la vida. Los buscadores direccionan lo que buscamos de acuerdo a lo que clickeamos antes. Siempre tendremos recomendaciones específicas según lo que escojamos; y si estamos dentro de alguna captura masiva —como, por ejemplo, del video viral más visto—, independiente de si este se encuentra o no en nuestros intereses, aparecerá por las tendencias registradas en la red. Por ello, la mayoría de personas que intentan hablar sobre “x” cosa tienen los mismos datos, vieron las mismas páginas que han aparecido al principio de la búsqueda... porque así lo quiere la red. Esta predetermina nuestros deseos con la ayuda de los anuncios y los datos que se registran día a día de ese juego con nuestra felicidad. Lo mismo podemos decir de las redes sociales, con la diferencia de que estas no dejan de invitarnos a estar permanentemente online.
Adicionalmente, con el auge de una educación que exige a niñas y niños interactuar permanentemente con la red, podríamos afirmar que ellos están más cerca de la pantalla que sus padres. Los llamados youtubers e influencers son figuras públicas que aparecen como sugerencias, y a partir de los algoritmos que controlan la red, serán los referentes más fáciles de seguir. De esta manera, se forma un sujeto dispuesto a consumir rápidamente las tendencias, e “inhalar” contenidos como si fueran un sustento necesario para la mente. Los sujetos comienzan a adecuar su personalidad a semejanza de otro que forma tendencia. Si nos hace reír, tiene bastantes seguidores, gana mucho dinero y viaja frecuentemente, ¿por qué no pensar en ser como él o ella?
¿Por qué muchos pensadores y críticos nos dicen día a día que hay muchos peligros en las redes sociales? Sabemos que hacen parte de grandes emporios económicos, pero, aun así, las aceptamos y consumimos sin medir sus riesgos. Como parte de los mecanismos de incentivo del consumismo, hacen un aprovechamiento total de la información que compartimos en ellas, convirtiéndonos en una suerte de capital electrónico.
Esta problemática también me hace pensar en los memes, esas imágenes editadas con símbolos o emoticones, acompañadas de frases que pueden ser polémicas o tener un tono sarcástico. No creo que jugar a ser graciosos en la esfera digital sea preocupante, pero no deja de llamar mi atención cómo los memes pueden convertirse en instrumentos del escarnio público. Un meme puede funcionar como una obra de arte —de hecho, muchos artistas se dedican a producir memes—, y ademas puede ser una acción política y social a tomar en serio. No obstante, mostrarse como figura pública o crear un perfil público en la red supone estar expuesto y aceptar que toda esa información puede ser copiada, editada, manipulada, apropiada e intervenida. Es decir, a participar del mercado electrónico.
ALG(INTRFZ)
ESTRUCTURA Y DISEÑO PERSUASIVO
De acuerdo a Manovich, y siguiendo su libro El lenguaje de los nuevos medios de comunicación (2001), la palabra impresa estaba ligada al arte de la retórica. A partir de ahí, el autor piensa en la posibilidad de una retórica hipermedial que utilice el hipervínculo, no para distraer al lector de la argumentación, sino para convencerlo con más fuerza de su validez. Asumir la estructura hipermedial sin ningún orden en particular, como una especie de mar infinito y superficial de textos, es lo que Manovich considera como el gran escenario narrativo mediático.
Como sugería Mcluhan, “los medios no son solo canales de información. Proporcionan materia del pensamiento, pero también modelan el proceso de pensamiento” (Mcluhan en Carr 2010, 18). Se podría decir que nuestra experiencia actual con la red se caracteriza por una carga multimediática de hipervínculos y por la navegación por cientos de ventanas que nos lleva a la sensación de incapacidad de profundizar en cualquier contenido dentro de ese inacabable mar . Cada vez que enciendo la pantalla de mi computador o de mi celular me siento afectado: muchas veces no es la experiencia que desearía; muchas veces duele y caigo en un universo desesperante de brillo y de destellos adictivos. Como Carr dice: “En el pasado fui buzo en un mar de palabras. Ahora me deslizo por la superficie como un tipo sobre una moto acuática” (Carr 2010,19).
De este modo, el ojo queda en función de diferentes puntos de vista particulares, y tratando de enlazar historias posibles desde la interfaz. Así, el ordenador funciona como dispositivo que nos transporta a posibles ficciones e ilusiones narrativas; pero este dispositivo se caracteriza por un modelo representacional y rectangular que corresponde a un modo horizontal de lectura que ofrece “paisajes” dinámicos, interactivos e inmersivos.
El diseño de la interfaz de acceso al proyecto Rd=Alg(Sftwr) tiene en cuenta lo anterior, así como otros aportes de Manovich. El acceso se da a través de una página web que invita a los usuarios a encontrar “errores” dentro de unas retículas formadas a partir de la unión de los iconos de las distintas redes sociales o buscadores de Internet. La idea es que los usuarios identifiquen alguna anomalía en la pantalla: un color extraño, un icono mal posicionado, una parte distorsionada que no sigue su diseño original. Además, el mouse siempre se encuentra en su posición de detección de algún hipervínculo. Cualquier imagen podría ser un error: ¿en qué debemos creer?, ¿cuál es el verdadero error?, son algunas de las preguntas que sugiere este diseño de página web.
Los cambios insignificantes y poco llamativos de las retículas de la pantalla de inicio del proyecto sugiere que podríamos perdernos en un mar de datos; que debemos mirar y escoger atentamente. Esto conlleva un mensaje sobre la necesidad de establecernos como sujetos digitales críticos al interactuar diariamente en las redes.
ALG(GGL)
ANTICIPACIONES ENGAÑOSAS
“People around the world turn to Search to find information, learn about topics of interest, and make important decisions” es una frase que aparece en la página de Google Search para explicar su misión antes de hablar del funcionamiento de su sistema de búsqueda.4 Podría subvertir su sentido al intentar traducirla así: Personas de todo el mundo recurren a la búsqueda para encontrar desinformación, aprender acerca de temas ridículos, y tomar decisiones poco afortunadas. “Help you find exactly what you’re looking”, también nos dice Google en su página principal. Esta frase parece ser un plato servido al usuario que, sin necesidad de moverse, cuenta con Google para poner todo al alcance de su mano.
El objetivo de Google, al implementar la predicción de búsquedas o algoritmos que completan las palabras o frases escritas por el usuario es ofrecer una mayor rapidez de navegación, ahorrarle tiempo de escritura y presentarle las páginas más visitadas o relevantes para su pesquisa. Estas funciones transmiten sensaciones relacionadas con la utilidad y la asertividad. En los diferentes listados de búsquedas se pueden destacar varios ejemplos de acuerdo a lo publicado en su blog.
Estas predicciones no solo reducen el tiempo, como Google lo asevera; también terminan por conducir nuestras búsquedas, nuestro cibercamino y nos guían hacia contenidos previamente identificados por el buscador. Esto indica que las predicciones de búsqueda perfilan un mundo de pensamiento, construyen una realidad influenciada por un marco algorítmico. Este sistema no anticipa la posible creación de nuevas ideas, sino que te conduce a opciones preestablecidas. Se podría decir que esto predispone al navegante a no excavar la información de otro modo, a no pensar y a conocer el mundo de otras maneras que no sea visualizar lo ya conocido y visitado. La rapidez de la búsqueda a veces domina la intención de encontrar; en esta esfera de velocidad buscamos, mas no encontramos. Nos quedamos con un encuentro efímero.
Desde hace algunos años, las predicciones han estado asociadas con manifestaciones de racismo, de odio, arrojando resultados que, con su aparición constante, pueden modificar las ideas de miles de navegantes. Al respecto, Carole Cadwalladr comenta en su texto “Google, la democracia y la verdad sobre las búsquedas de Internet” (2020), que durante 2006 la búsqueda de la palabra “judío” en Google arrojaba como primer resultado la página web jewwatch.org. Esta última llevaba a opiniones prejuiciosas sobre los judios, que en palabras de la autora se podrían resumir en “ten cuidado con esos judíos horribles que te están arruinando la vida” (Cadwalladr, 2020). Ejercicios de análisis más recientes en la materia dan para pensar que aún hay fallos algorítmicos que se siguen ejecutando en estos sistemas que perpetúan la discriminación. Es el caso que se menciona en el artículo “Discriminación racial en la inteligencia artificial” en el que se encontró que si se escribe en el explorador la frase “el hombre blanco trabaja como…”, la inteligencia artificial la completaba con “un oficial de policía”. En cambio, si el comienzo de la frase era “el hombre negro trabaja como…”, el algoritmo generaba el texto “un proxeneta durante 15 días” (Martínez y Matute, 2020).
Teniendo en cuenta esta situación, aún es válido generar una narrativa contra-algorítmica que nos proteja ante las acciones de estos magnates de la digitalización. Por ejemplo, se podría cambiar el sentido de la predicción haciéndola menos evidente, pues una búsqueda basada en la predicción del sistema termina siendo conformista: es lo que la mayoría tiende a ver, leer y opinar. Los algoritmos deben pluralizarse para dejar de proyectar un mundo donde todo pensemos igual. Por ejemplo, por qué no podemos pensar y buscar: ¿Por qué las manzanas azules pueden volver nuestro pigmento de piel azul?
Pensemos en que es posible un algoritmo que no automatice nuestra capacidad de imaginar y proyectar nuevas frases. De ello trata específicamente esta propuesta: poder insertar una palabra como “esclavitud” que terminará siendo completada por una ficción del buscador de Google y nos propondrá frases problemáticas. Aquí algunos ejemplos:
La esclavitud oculta en la pornografía
La esclavitud recreada por el Banco Mundial
Esclavitud subjetiva de una identidad inestable
La esclavitud cotidiana a las redes sociales es ahora una forma de esclavitud virtual
Y si buscamos Realidad Virtual:
Realidad Virtual como efecto disruptivo sobre la realidad
Realidad Virtual la esfera próxima de inmortalidad
Realidad Virtual vista desde una religión opresiva global
Realidad Virtual y aumentada: las nuevas periferias para habitar, convivir y vivir
ALG(FBWIT)
MANIFESTACIONES DEL HOMOSPAM
El spam es la denominación común para el correo electrónico no solicitado. Es la información no deseada, basura, el mensaje con remitente desconocido. Generalmente, corresponde a correos publicitarios que tratan de evadir los sistemas de protección contra malware o mensajes de sitios engañosos. Las empresas que envían este tipo de correos lo hacen a partir de grandes bases de datos con millones de correos electrónicos. Para la mayoría de las personas suelen ser molestos, pues corresponden a un gran porcentaje de los mensajes que recibimos diariamente.
Así como hay correos spam, también debemos considerar que existe la imagen-spam, la cual para la artista Hito Steyerl (2014) se encuentra en las aceras oscuras del mundo digital. Estas imágenes evaden los filtros de detección de “basura” o de sitios engañosos, tratando de escabullirse para estar en la pantalla de todos. Se podría decir, entonces, que una cantidad desmesurada de imágenes se encuentran alrededor del planeta esperando la atención humana.
Este comportamiento del usuario digital que produce o reenvía contenido banal lo denomino homo-spam. En su producción no solo convive el texto y la imagen, sino también el video, el sonido, los comentarios y las opiniones, todo facilitado por la internet. Teniendo en cuenta que este homo-spam funciona principalmente en redes sociales, donde millones de personas interactúan diariamente, debemos preguntarnos sobre las grandes afectaciones sociales y psicológicas que trae su accionar.
La ingente cantidad de publicaciones de estados, imágenes, videos y comentarios que hace el homo-spam me llevó a proponer una relación entre este último y el CAPTCHA5, el acrónimo en inglés de lo que en español se traduce como “Test público completamente automatizado de Turing para diferenciar a los seres humanos de las computadoras”. A diario nos vemos sometidos a estos tests de seguridad, que solicitan a los usuarios encontrar detalles en algunas imágenes o tipear letras que aparecen alteradas en la pantalla bajo ciertos efectos visuales. Pues bien, creo que es necesario imaginar un test reCAPTCHA como una evolución del CAPTCHA. Es decir, un test de Turing en el que debemos demostrar con esta tecnología que somos usuarios digitales con capacidad crítica y no somos homo-spam. ¿Para qué diferenciarlos? Para identificarlos y hacer seguidamente un filtro a lo que ellos publican y así evitar que invadan con sus contenidos las redes sociales. Se trata, sobre todo, de una ficción que busca hacernos pensar sobre los daños visuales y del pensamiento que genera el homo-spam.
Selecciona todos los cuadros con: INFO-SPAM Al tenerlos seleccionados, haz click en enviar. Esta frase es el inicio del modelo simulado del reCAPTCHA que se encuentra en la página web del proyecto. Para esta propuesta, le pedí a nueve personas diferentes que guardaran todas las imágenes repetitivas que aparecieran en su Facebook o que circularan por su WhatsApp. Cada cuadro del reCAPTCHA está formado por estas imágenes, que deben ser “estudiadas” por el usuario para poder ingresar. Al dar click en las imágenes que se consideran info-spam —de las cuales solo cuatro corresponden a información no spam—, el sistema identificará si son las correctas para luego enviar la selección. Si las imágenes seleccionadas corresponden a las info-spam, se puede acceder a una red social para iniciar sesión. De lo contrario, no se permitirá su ingreso. En otras palabras, no podremos ingresar en plataformas como Facebook y WhatsApp hasta que probemos que no somos un homo-spam. Con ello, lo que pretendo, tal vez, sea eliminar o minimizar la basura de la red.
Al solo ver mi estado en Facebook, encontré que tenía acumuladas muchas selfies, fotografías de comidas y de mascotas y un gran porcentaje de frases y videos aparentemente chistosos. Realmente, no tenía nada interesante. Con la ayuda del pequeño universo que brindaban las imágenes expuestas y al hacer un análisis de las mismas, escogí las que seguían parámetros repetitivos. La mayoría de las imágenes correspondían a memes, frases motivacionales, mujeres y hombres musculosos, es decir puro spam, lo que hizo difícil separarlas e identificar cuáles eran o no información basura, por lo cual debí proporcionar una imagen nueva para no caer en el ciclo interminable banal de consumo mediático.
Es importante aclarar que con esta propuesta no pretendo crear una ‘dictadura’ de la internet, tampoco un mando totalitario algorítmico de la red. Al modificar su interfaz no pretendo reprimir la libre expresión, lo que quiero es generar una mayor conciencia de que estamos inundados de contenidos sin propósitos; de que estamos sumidos en la cultura de subir fotos a diario y de hacer ridiculeces con ellas como producto de una actitud homo-spam.
También creo que es necesario que las empresas encargadas de estas plataformas piensen en mejorar sus políticas y sus sistemas de rastreo de veracidad de la información. Pero, más allá de esas posibilidades, los usuarios necesitamos una mayor capacidad de discernimiento al producir, guardar o compartir imágenes que nos llegan una y otra vez, sin ningún propósito o contenido interesante... Sería de gran ayuda una pregunta inicial cuando entramos a nuestras redes: ¿lo que vamos a publicar vale la pena? Dudo que con la manera en la que estamos usando las redes sociales, especialmente, con cierta lógica de producción de información que solo genera un exceso de basura, podamos repensar el siglo XXI.
ALG(PPLR)
HOW TO BE POPULAR
El algoritmo es un conjunto ordenado de operaciones sistemáticas que permite hacer un cálculo y hallar la solución de un tipo de problemas. En este sentido, no solo funcionan en el ordenador sino en otros ámbitos de la vida. Los algoritmos son series de instrucciones que permiten realizar o llegar a algo. De algún modo, nuestros cerebros crean “algoritmos” para mover todo nuestro cuerpo. Se podría decir que hasta la meditación tiene una serie de algoritmos para realizarse de la mejor manera.
Los algoritmos de IA se materializan de muchas maneras, por ejemplo, en la vibración del celular anunciando el aumento de los seguidores; también están presentes en cada notificación de las redes sociales. Cada ‘terremoto’ en nuestro bolsillo es el aviso de un corte en el tiempo, de que todo debe parar para verificar qué nos ha llegado. A medida que pasan los minutos aumenta la ansiedad de sentir el interés de la aldea virtual y de ser un asiduo productor de diálogos y contenidos “interesantes”.
Sin embargo, cada notificación crea una profunda distracción. Nicholas Carr (2010) en su libro Superficiales: ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? explica que, al permanecer varias horas en la red, comenzaba a sentirse absorbido y no prestaba mucha atención a lo que hacía y pasaba; de igual manera, cuando no estaba online tampoco podía concentrarse. Varios estudios le confirmaron que su cerebro se dispersaba y buscaba una distracción continua que disminuía su memoria y atención. Pero no se trataba de un efecto de degradación mental por la edad, sino que se sentía ahogado y hambriento de la red, sentía que debía ir al ordenador y revisar sus correos, hacer click en las ventanas, tal vez spamear y buscar.
Según Carr, un estudio realizado por Clicktale decía que en la mayoría de los países las personas pasaban de 19 a 27 segundos en una misma página antes de clickear en otra ventana e ir a un sitio nuevo. De manera irónica, dice Carr al respecto que: “Al igual que Microsoft Word, me había convertido en un procesador de textos de carne y huesos. Internet, me daba cuenta, estaba convirtiéndome en algo parecido a una máquina de procesamiento de datos de alta velocidad.” (2010, 29).
La propuesta How to be popular lleva al extremo la incidencia de las notificaciones, las alarmas del celular, el ruido agobiante a la llegada de algún mensaje… esa forma enfermiza de afectarnos con el celular. El deseo de su vibración y el sonido anunciando que alguien nos ha escrito o nos ha dado algún like en alguna foto es un gesto equivalente a la desesperación de participar en la red. Cada cierta hora sonará y podrá escucharse una voz, recordándonos qué debemos hacer, cómo publicar alguna foto o video, cómo realizar un livestream o cómo decir y publicar comentarios con emojis.
Estas son algunas alarmas y acciones que están planteadas por medio de esta aplicación:
9:10 am [alarma] tiempo de ser belle; realiza un live en Instagram de cómo te maquillas máximo en 20 min, intenta ser graciosa y enseña algunos truquitos. Realiza un sombreado en tu ojo derecho con un color llamativo, difumínalo con su color complementario, en el izquierdo realiza lo mismo, pero con otro color. Aplica una base más oscura de tu piel, ilumina tus pómulos y frente, y ponte un labial verde fluorescente, usa el delineador para hacerte unas líneas en el ojo, plánchate el pelo y pégate las pestañas más largas que tengas. Por último, toma una foto de tu rostro y súbelo como estado de WhatsApp y foto en Facebook.
9:50 am [alarma] ¿cómo debemos vestirnos? hay que agradar todos los días la vista de los demás, estamos hechos para impresionar al otro mostrando todo lo que tenemos y que se dé cuenta de que tenemos buen gusto y poder. Para eso hay que escoger bien qué usar, estamos bien maquillados, ahora falta la vestimenta. Para ser llamativos tápate los ojos y coge al azar 5 prendas, no te preocupes si te sacas 2 camisas, debemos ser diferentes, te lucirán. Tómate una foto completa en el espejo, ladea un poco el celular para un mayor efecto y súbelo como estado de WhatsApp e historias en Insta y Facebook.
Por medio de este tipo de recordatorios e instrucciones constantes, con la aplicación How to be popular podremos ser populares en la red. Una proyección futura de esta propuesta sería elaborar un algoritmo que, con la ayuda de la inteligencia artificial, permita una recolección de datos e imágenes de forma constante. Asimismo, una actualización permanente de las últimas tendencias, de los mensajes más vistos, notificaciones sobre qué fotos recibieron más admiración, qué poses son más interesantes, qué comentarios son más refutados o qué debemos decir para generar un mayor impacto en quienes nos siguen.
Así que, ya sabes: de lo que se trata es de constancia, de crearnos un buen personaje, por ello he elegido una acción repetitiva para que nos veamos más interesantes. Y recuerda: como regla principal nunca dejes tú celular, hay que estar online el mayor tiempo posible.
Acoplarnos a la humanidad es retroceder, pensar en lo común es una forma de desaparecer... El regirnos por la red y sus influencias es pertenecer al sistema de atención.
ALG(TWR)
A partir de los comentarios, opiniones e imágenes que circulan en Twitter, he diseñado una interfaz que permite armar artículos sobre cualquier tema de actualidad que sea tratado por usuarios de dicha red.
Los resultados de los primeros ejercicios de esta propuesta me mostraron cosas alarmantes. Especialmente, noté que hay una gran fuerza emocional en los comentarios que circulan en esa red y que, al juntarlos, intensificaban mis sentimientos de ira, tristeza, odio e intriga. Después de juntar distintos mensajes como si fuesen un único texto coherente, a la manera de un artículo de prensa, terminé impactado sobre cómo algunas frases que, aunque no estaban bien escritas, o eran cortas —buena parte de ellas sin argumentos sólidos o lanzando juicios sin “prejuicios”— eran tan potentes que rápidamente el pensamiento se me nublaba.
Esto me llevaba, por un lado, a la actitud racional de mi parte de tratar de distanciarme; pero, por otra, también lograba hundirme emocionalmente junto a los usuarios que daban estas opiniones. Es decir, tenía empatía por la frustración y por no ser ciego ante la realidad. Algunas publicaciones pueden llevar a distracciones y empobrecer la comunicación, pero también pueden convertirse en un índice de peligro, en algo que produce un contagio emocional que se aprovecha de la sensibilidad humana. Por medio de mensajes polémicos, o de fake news, pueden incitar a la violencia. Es un peligro que corremos gracias a la llamada “sociedad de la ignorancia” —como ha sido denominada por varios pensadores—, también al comercio de una atención improductiva que supuestamente tiende a establecer políticas para un mundo de ‘expresión libre’. Una red social como Twitter debería fluir con un conocimiento debatido y creíble, menos basado en la manipulación sentimental.
Confiamos en las aplicaciones que contienen más información, como sucede con Twitter. TODO LO QUE QUIERES SABER ¡PASANDO AHORA MISMO! corresponde al lema principal del buscador para esta propuesta que está enlazada con dicha red social. Por ejemplo, si buscamos la palabra FARC, la aplicación recoge todo lo que se ha publicado recientemente con esta palabra y produce una imagen de pantalla que ficciona la estructura de un periódico virtual con todos estos datos expuestos. Es decir, los párrafos se conforman a partir de tweets y su longitud depende de la cantidad de caracteres que los conforman.
El orden generado al azar da la posibilidad de establecer otros tipos de relaciones en estas aplicaciones. Posiblemente su grado de cohesión y coherencia no sea el más adecuado, pero lo cierto es que así dialogamos en la red: mediante emojis, stickers y otros símbolos que afectan la comprensión y que intentan de forma rápida transmitir emociones sobre lo que leemos, aunque se pretenda de carácter “informativo”.
A partir de este azar de publicaciones y comentarios podríamos pensar en estudios mediáticos sobre cómo están pensando las personas. Al recrear noticias a partir de situaciones contadas por “personas comunes”; y presentarlo a través de una interfaz que recuerda la estructura de un periódico, surge la pregunta ¿con qué ojos podría ser leído? Sabemos que la lectura se ha vuelto multisensorial, pero si nos detenemos por un momento, detectamos algo recurrente a través de este espacio reducido de caracteres: una escritura pobre, estandarizada, irracional y llena de ira. Pensar en que podemos crear periódicos a través de tuits nos hace pensar también en los difusos límites del periodismo en la actualidad. Así como cada sujeto puede ser un artista, también todo sujeto puede ser periodista.
Twitter, Instagram, WPP, Facebook, Grindr, TikTok, Tinder... son como paneles de la verdad. También son los estados de la afección, el periódico efímero, el delirio de ser escuchado, el desgaste de la humanidad, los # del consumo, el compartir de la individualidad, los “me gusta” de la hipocresía, los comentarios muertos, la ficción de una interacción cercana, el deseo del top 1, el éxtasis virtual de estar online, la velocidad del olvido, la rapidez de desaparecer, el desasosiego de pensar, la desesperación de ser alguien, la vibración de la felicidad, la erección insatisfecha, la adicción demencial, la fractura del pensamiento, los fragmentos del cuerpo, el placer multimedial, los encuentros sin alma, el desgaste emocional, el pensamiento lujurioso, la decepción constante, la herida de un mensaje, la pérdida afectiva de la comunicación, la incertidumbre del offline, la espera desperdiciada, la subjetividad confusa, las identificaciones ambiguas, la falsedad de la palabra, el gesto agachado, el mar encandilante, la locura del ciberamor, el ego digital, la belleza insípida, la frustración de innovar, la aceleración agitada, el progreso minoritario, la deslocalización terrenal, los gurús virtuales, el dataísmo futuro, la creación falsa, la inmersión en el insomnio, los caracteres de la verdad, el brillo exhaustivo, la obsolescencia enfermiza, el muro inexpresivo, la censura libertaria, el circo de la red, el teatro del cibermundo, el espectáculo visional, la verdad pública, el refugio privado, los discursos al aire, los livestream programados, los matchs inalcanzables, los taps vacíos, el acoso incesante, la simpatía oculta, la expresión codificada, el algoritmo aversivo, la reestructuración infinita, el fragmento improductivo, el sentido bifurcado, la escucha tormentosa, la visión nublada, el tacto mercantil, el olor quemado, la producción agotadora, la saturación irrelevante.
Pienso que la política algorítmica debe ser replanteada. Es necesario crear una resistencia al consumo, al poder de la big data, a la manipulación de la privacidad, a la economía del capital virtual y a las tecnologías de la atención. Propongo entonces, durante todo el trayecto de la página web del proyecto, varias opciones para pensar sobre nuestros hábitos de navegación y de consumo de redes sociales. Quizás así se pueda crear más conciencia y reflexiones en aquellas personas que se sienten agotadas con la masa mediática; que desean ver, y jugar —¿por qué no?— con estas preguntas. Espero que este proyecto se convierta en material para dialogar, discutir y debatir sobre el sentido de las ficciones y sus posibilidades para interactuar y modificar la red actual.
-Botero, D. (2023). RD=ALG(SFTWR) Derivas ficcionales de la red. En Moreno, N y
Escobar, F (Eds), Aperturas Investigativas desde las Artes: El Semillero de
Investigación EPIA, Universidad Nacional de Colombia (pp. 54-75).
Para ver el libro completo:
Arboleda-Arango-Celimo/2023-Aperturas-Investigativas-desde-las-artes-EPIA.pdf
Pies de nota
1 Página Web: https://davidboterov.wixsite.com/my-site-1 55
2 Entiendo los ciberestereotipos como conductas, perfiles e imágenes que se forman a través del ciberespacio y que son aceptadas por grupos en la red. Esto incluye la manipulación de contenido multimedia, la filtración y edición de la identidad, de la información, de las expresiones y del pensamiento. Crean afecciones en el campo político, económico, social y psicológico.
3 Al plantear un mundo contemporáneo antecedido del término pos, pienso en el devenir del tiempo actual. Ya sea como resultado de algún hecho catastrófico que cambie el flujo político, económico o social actual; de alguna mutación o acción que ponga en crisis la humanidad o sus formas de producir, de relacionarse y de habitar. La palabra intencionalmente nos pone a pensar e imaginar el mundo que vendrá.
4 Para ampliar, ver: https://www.google.com/intl/es/search/howsearchworks/ our-approach/
5 Este tipo de tests utilizan un motor de análisis de riesgo avanzado y desafíos adaptativos para evitar que el software malintencionado se involucre en actividades abusivas en su sitio web. Mientras tanto, los usuarios legítimos podrán iniciar sesión, realizar compras, ver páginas o crear cuentas y los usuarios falsos serán bloqueados.
REFERENCIAS
Botero, David. 2020. Rd=Alg(Sftwr)1. https://davidboterov.wixsite.com/ my-site-1
Blas, Zach. 2020. Zach Blas. Consultado: agosto de 2020. https://zachblas.info/
Cadwalladr, Carole. 2020. Google, la democracia y la verdad sobre las búsquedas en internet. Consultado el 1 de agosto de 2020. https://www.eldiario.es/internacional/theguardian/google-democracia-verdad-busquedas internet_1_3694413.html
Carr, Nicholas. 2011. Superficiales: ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? Buenos Aires. Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara S.A.
Grosser, Benjamin. 2020. Ben grosser. Consultado: agosto de 2020. https://bengrosser.com
Manovich, Lev. 2001. El lenguaje de los nuevos medios de comunicación. La imagen en la era digital. Barcelona: Paidós Ibérica, S.A
Martínez, Naroa y Helena Matute, H. 2020. Discriminación racial en la inteligencia artificial. Consultado: diciembre de 2020. https://theconversation.com/discriminacion-racial en-la-inteligencia-artificial-142334
Preciado, Paul B. 2019. Un apartamento en Urano: crónicas del cruce. Barcelona: Anagrama.
Steyerl, Hito. 2014. Los condenados de la pantalla. Buenos Aires: Caja Negra
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