Somos, seremos, tratamos de ser, podríamos ser, creemos ser,, reflexionamos el ser, a la final ¿qué somos?, ¿qué seremos?... La selfie ha tomado el poder de retratarnos, de crear autorretratos digitales, de crear identificaciones. ¿Por qué se cambia tan rápido de identidad?, ¿Cómo nos vemos? Comenzamos a auto, autorretratarnos, auto imaginarnos, auto representamos, auto editarnos… y para ello contamos con un sin número de filtros y de editores en nuestro celular, todo se volvió al alcance de nuestras manos.
En Be (ser) podemos observar como todas estas filtraciones se generan a través de los dispositivos, pero no solo ello sino que en cada imagen ha interferido 6 aplicaciones bajadas desde mi Smartphone, al llevar las ediciones a un extremo empezando con maquillaje, luego cambio físico, después dos ediciones de color, saturación, correcciones, etc y por último aplicarle con otras 2 aplicaciones los últimos toques y movimiento fue algo exhausto y tedioso, tenía mil combinaciones posibles para poder ser. A veces aumentarle una edición u otra podría generar una desaparición de la imagen inicial, si consideramos que podríamos convertirnos en datos, hay que tener cuidado por que posiblemente un error en algún número y nuestra imagen podría no ser como queramos o desaparecer en la red, nadie querrá eso y menos en nuestra sociedad del espectáculo.
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La identidad no solo se forma desde la imagen, también de lo que vemos, escuchamos, leemos y hacemos. Si nos encontramos en un mundo mediático, la mayoría de las cosas las captamos por internet. Al observar mi Facebook, que usualmente no lo hago, y principalmente al estar en la calle, observaba que la gente se involucraba mucho con la aplicación, decidí ojearla un buen tiempo. Recolecte todos los videos que veía, pero, ¿Qué vemos comúnmente en esta aplicaciones? Videos de risa, videos de personas haciendo ridiculeces, anuncios, etc.
Me preguntaba ¿Con qué nos quedamos?, ¿Qué emociones se encuentran allí?, mucha risa, si es verdad, pase entretenido un largo rato, nos hace felices ¿no?, pero observamos tanta carga mediática que la imagen, el video, el espectáculo que se forma comienza a ser confusa, es un espacio que se puede ver en silencio pero está gritando constantemente, en nuestros audífonos, en volumen suave, estamos gritando, las proyecciones se vuelven superfluas con falta de receptividad, lo único que podemos sacarle de bueno es que tuvimos un buen rato, una satisfacción instantánea.
El video y el sonido al proyectarse se convierten en una carga de sensibilidad, en un silencio bulloso de la red, en abstracciones que no podemos identificar, en sonidos que se vuelven neutros, se vuelven innecesarios, inaportantes, ¿Qué sucede si estos dispositivos se convierten en nuestro bienestar diario? ¿Al observar mi celular con qué me quedo al final? La obsolescencia nos persigue y tras de algo que vimos ya es cuento viejo, tener tantas cosas en la cabeza, tantas imágenes, etc nos enferma, pienso que permanecer online enferma.