¿Cómo observo un rostro virtual?,  como una identidad que constantemente se va a ir formando en este espacio, es una personalidad formada por los demás, por la mirada del otro, por las múltiples imágenes que hemos modificado en sentido de mostrarnos cada vez más, como deseamos ser o que nos vean. Niños, jóvenes, adultos, ancianos, nadie se escapa de la mirada virtual en las redes sociales, se desea una personificación, una transfiguración que nos convierte en personas monstruosas, ansiosas y desesperadas de poder ser, de poder alegrar a la red consumista del expendio gratis de felicidad y placer.

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Son rostros filtrados, eso es lo que hacemos cotidianamente, un color distinto a cada parte, resalto los ojos, quito las manchas, le subo la nitidez, le pongo más nalgas y tal vez me cambie de color de piel, por lo que veo estoy creándome, como una autoconstrucción de lo que pretendo ser, una creación de un imaginario que siempre será diferente. Un sistema consumista que nos obliga a cambiar, mostramos un cuerpo desnaturalizado, un rostro renovado donde la virtualidad no deja espacios para mirarlos detalladamente, vemos lo ideal y cambiamos a algo más “ideal”, así no nos detenemos y talvez observemos estos rostros de forma rápida y así empezaron a ir quedando, sin identidad, monstruos sin identidad.