La idea del cuerpo como una apertura del sujeto a múltiples identidades, se da a través de apariencias filtradas siendo un elemento “des identificador” que da una migración de los cuerpos al contexto digital. Al proponer la red como prótesis necesaria, abarca un campo de mutaciones a un poder-crear-ser como vía de escape posible a las fijaciones identitarias que dependen de la corporalidad física, así pensar el cuerpo como reprime la capacitad se ser otro, un otro digitalizado que agrada mucho más a la esfera virtual

Cuerpos  metafóricos, cargados de posibilidades, cuerpos como vectores, llenos de autorrepresentacioes, la obsesión por la perfección corporal, el consumo y la manipulación digital del cuerpo proyecta falsas imágenes,  identidades ficticias que parten de una serie de personajes creados para el entretenimiento y transformados en las redes. Somos licuados tormentosos de basuras digitales.

Y si bien en las redes sociales los usuarios se van conociendo cada vez más a través del flujo de imágenes y comentarios que comparten, nacen como derivaciones de su propio rostro, autorretratos “de otras personas”, es evidente que el cuerpo en su desfiguración se fusiona con su infraestructura tecnológica, cubriéndose de tecnología inteligente, de datos y  algoritmos preestablecidos y prediseñados.